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jueves, 9 de febrero de 2012

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No podía evitar llorar...
Mis lagrimas resbalaban por mis mejillas, y no podía parar de pensar que podría pasar...
La almohada, extendida sobre la cama a mi lado, estaba mordisqueada, para no despertar a nadie con mi llanto, pero sentia la tremenda necesidad de gritarle al mundo entero, llorar sin consuelo, despertar hasta a la ultima marmota de la tierra, de su eterno letargo...

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